Ana, más conocida como Anita la Cortijera, es la cuarta generación de una familia de agricultores dedicados al cultivo regenerativo del olivo desde que “cayeron” en las tierras de Cantarranas, una pequeña aldea bastetana de menos de 50 habitantes.
Es una firme defensora del mundo rural y de sus raíces familiares. También es una de las últimas guerreras en la ‘España vaciada’. Y es que, desde que ha cogido el relevo del trabajo de su abuelo Antonio en el olivar, no hay quién la pare. Tiene claro que su futuro pasa por vivir en un cortijo y sacar adelante la producción de aceite de oliva ecológico de su familia.
No es un objetivo fácil. Anita comparte su día a día como joven agricultora en sus perfiles sociales para acercar la agricultura regenerativa a sus seguidores. Mantener una cubierta vegetal en el olivar o abonarlo con estiércol orgánico son algunas de las tareas que lleva a cabo para revitalizar el suelo. Respecto al agua, uno de los pilares fundamentales de los cultivos regenerativos, Anita fomenta la agricultura de secano. Y, además de acoger colmenas en su finca, también ha integrado la ganadería regenerativa de cabras autóctonas, lo que aumenta la biodiversidad.
“Ser agricultor es un trabajo que no da descanso y que, además, cada vez está peor valorado”. Como ella misma reivindica, la mejor forma de apoyar a estos productores locales es comprándoles directamente su cosecha, sin intermediarios.
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